sábado, 23 de febrero de 2013

MI GRAN TESORO EN EL CORAZÓN DE MADRID: LA CASA DE CAMPO


Mi relación con la Casa de Campo fue un flechazo a primera vista. El primer día que corrí alrededor de su perímetro (la tapia), supe que regresaría hasta aprenderme cada trozo, cada recodo, cuesta o sendero… y, así ha sido. Me encanta correr por allí. Quizás porque es el parque más céntrico de la capital en el que te puedes sentir en la misma montaña, sobre todo, por la zona más montañosa y en día de diario. Se genera un efecto burbuja. Me olvido por completo que me hallo en Madrid y soy más capaz de proyectarme en la Naturaleza con mis pensamientos. Es una frase algo compleja pero tiene su sentido. Para mí la Naturaleza, en contraposición a las postales o imágenes de una ciudad con sus miles de estímulos sonoros y visuales, me permite sacar mi interior, mi parte más inconsciente con más facilidad. Supongo que esto ocurre en tanto que mi yo racional es frenado por ella, haciendo emerger mi parte más emocional e inconsciente. Correr en Naturaleza me libera de muchos límites que me impone la razón. Consigo ser más libre y ligero. Me ofrece también una visión más mística en tanto me permite sentir la divinidad o la deidad que se cierne en mi entorno; aquello extraordinario en donde me hallo que me encierra y me contiene. Es increíble la magia que tiene y lo bien que me hace sentir.

Existen muchas formas y caminos de correr en la Casa de Campo. Yo empecé haciendo el perímetro convencional que me salía en unos 16 km. Tengo compañeros que toman otros caminos por detrás del tren y consiguen alargarlo un poco más hasta casi 17k pero a mi juicio pierden algunas zonas de montaña que yo valoro más. Incluyo mi recorrido del perímetro:


Es interesante dar una vuelta completa porque no te aburres al tener que volver por el mismo camino, pero hay zonas en la Casa de Campo, sobre todo en la zona más llana, donde se encuentra el parque de atracciones, los clubs, el lago, etc… bastante pobladas de gente que te hacen regresar a la realidad. Y esa realidad es que estás en Madrid: no hay más espacio y tiempo para el sueño.

Sin embargo, últimamente estoy corriendo y regresando por el recorrido más montañoso. Es más duro pero por otro lado me permite hacer más calidad y por lo tanto prepararme mejor para los trails. 



Es un perfil más complicado pero divertido. El total suman 20km muy bonitos y con algunas dificultades sobre todo si andas pegado de fuerzas en los último 4 km.

Éste es por tanto mi tesorooooooo estos meses :o) 

jueves, 14 de febrero de 2013

DESDE QUE ME PONGO MÚSICA…

Siempre había sido reacio a llevar música cuando corro. Quizás porque en mi día a día tampoco es un complemento que utilice tanto. Siempre he sido de esas personas que le gusta escuchar los sonidos de su alrededor, escucharse a sí mismo; estar consigo mismo, quizás demasiado. Cuando empecé a hacer running sólo me bastaban mis pensamientos, mis pulsaciones, mis respiraciones, los sonidos de mis zapatillas al tocar o raspar el suelo, el chirriar de la arena, el movimiento de los árboles o las respiraciones de los demás cuando pasan a tu lado, en sí, pistas del sonido ambiente de tu alrededor y de ti mismo. Con eso me era suficiente para distraerme y crear historias, hacer que el tiempo interior transcurra, se mueva con tus pasos. Pero es cierto que el día que saqué por primera vez la música no he podido volverlo a dejar, sobre todo, en competición o en largas distancias. La música, mis canciones motivacionales, como las denomino, me permiten llegar más hondo en mis emociones. Es curioso y me parece digno de reflexión que con mis ideas o mis imágenes motivacionales o recuerdos emocionalmente poderosos jamás haya conseguido unos estados tan profundos e intensos como los que me producen la música en el running. Es más, muchas canciones, cuando ando en la soledad y el aislamiento de la Naturaleza me hacen cantar. Me invitan y casi me presionan a cantar mientras intento coordinar la respiración para no ahogarme. La felicidad que me produce el correr con música es producto, en gran parte, de una identificación con canciones cargadas de emociones, canciones que son un trampolín para saltar lejos porque esos sonidos están llenos de experiencias pasadas que revivo en un momento de trabajo físico. La presencia de estos recuerdos, en parte, me permiten distraer al cansancio consiguiendo que no se fije la sensación de fatiga en mí ralentizando el tiempo y por tanto, cansando aún más mi cuerpo, sino, al contrario, la distracción que consigo con la música me permite seguir tirando de mí superando al cansancio en la competición o las largas distancias. 

Mi ipod se ha convertido en un gadget más que debo portar en mis salidas.

sábado, 9 de febrero de 2013

¿QUÉ ES PARA MI CORRER Y QUÉ ME OFRECE?



Correr, desplazarse con tus piernas rápidamente, sintiendo cómo las distancias se hacen cortas, sintiendo el tedio del tiempo que yo lo vinculo a la intensidad y eternidad del instante, sintiendo como tu corazón, tus pulmones y tus piernas son coordinadas por tu cabeza que arrastra a tu cuerpo a diferentes velocidades y cambios de ritmo, consiguiendo en muchas ocasiones, superar tus límites, me aporta una gran felicidad. Y no sólo por la parte física, no sólo porque pueda vencer la gravedad y me entusiasme con la celeridad y presteza de mi cuerpo por senderos, caminos, carreteras, valles, montañas o cerros, sino, porque las carreras de fondo me ofrecen una perspectiva psicológica sobre mi mismo. Son estos instantes de concentración en el objetivo a cumplir en los que emerge una mirada introspectiva y, a mi juicio, muy terapéutica porque trae consigo el deseo de profundizar sobre uno mismo; de conocerse; de hallar sus límites; de enfrentarse con nuestros monstruos o reivindicar nuestras motivaciones y deseos. Una mirada que intenta encontrar las razones o los porqués que yacen debajo de esa dificultad, de nuestro límite, con el fin de que ese elemento negativo, esa barrera que en la mayoría de las ocasiones es autoimpuesta, sea sometida y por lo tanto superada. El running o el deporte que te exige cierto fondo, cierta intensidad y apela a tu resistencia física y mental, en general, te permite conocerte mejor a ti mismo y por lo tanto, trabajar mejor las situaciones de conflicto al medir a menudo tus límites. Pero por lo general, correr me propone una sonrisa, una emoción que recorre todo mi cuerpo y cruza mi cara dibujando una gran mueca de alegría. Un júbilo que identifico con un sentimiento de libertad y placer; de goce y de disfrute; de vitalidad y fortaleza. Por tanto, correr, moverme rápidamente con mis piernas, me mueve por dentro y me provoca una emoción tan fuerte e intensa que por ahora no he sido capaz de compararla con ninguna otra. Una acción que me ayuda a comunicarme mejor con mi cuerpo y con lo que me rodea, a sentirme bien y relajado, rebelándome contra el estrés y la erosión de las sociedades actuales.  

¡Larga vida al running!