lunes, 29 de abril de 2013

CRÓNICA DEL MARATÓN DE MADRID 2013 POR UN YA MARATONIANO



Siempre había soñado con correr la carrera madre de la larga distancia y finalmente este domingo 28 de abril de 2013 he podido cumplir este deseo. Como sabéis no me ha sido fácil viniendo de donde venía, del mismísimo “infierno” con 103 kg de peso, pero poco a poco, con trabajo constante y por qué no, ese añadido con el que a veces podemos contar porque nos facilita mucho las cosas, pasión, los sueños terminan tomando forma. 

Está claro que una vez conseguido el reto ahora toca reflexionar para digerir bien todo y aprender sacando lo máximo posible, pero, a priori, puedo aducir que ha sido el reto físico más increíble que he llevado a cabo y su complejidad, me ha hecho tener que pensar mucho en ello para que el plan funcionara, para que el método que he seguido durante este año de trabajo germinara en PUEDE SER y HA SIDO. Por otro lado, debo agradecer a todos aquellos nuevos y viejos amigos que habéis estado allí y he aprendido con vosotros y de vosotros tanto que ha sido un verdadero placer poder compartir esta experiencia, especialmente a Yolanda Gil porque su humildad y sabiduría me han iluminado parte de este último tramo de grandes dudas e incertidumbres.

La carrera ha sido increíble. Elegí Madrid porque sería imposible tener un escenario con tantas imágenes tan motivadores o motivacionales como las que presenta el recorrido de Madrid. Esta idea no hay que menospreciarla porque la energía depositada en cada recodo de este trazado podría alimentarnos igual o más que un gran gel de glucosa. Correr por mi barrio, por el casco antiguo, ver caras conocidas espontáneas o planificadas ofrece una energía digna de ser cuantificada para enfrentarse a una carrera de este calado.


Podría dividir la carrera en tres grandes partes. La primera prácticamente ha sido hasta el km 23. Creo que han sido los 23km más felices que he corrido nunca. La sonrisa estaba fija en mi cara y nada pudo borrarla ni si quiera los pequeños dolores que padecí en mi rodilla derecha y me llevaron a tomarme la carrera de una manera mucho más conservadora. Pasar por el centro y sentirte tan arropado de gente que te animaban sin conocerte vitoreando ese típico “puedes” o “vamos chaval” (esto tiene gracias cuando uno ya tiene sus canas) no tiene precio. En cada momento fui consciente de que estaba corriendo un maratón y eso me mantuvo bastante excitado sobre todo en esta parte. No es una media o una carrera de 10k o si me apuras una trail de 40 ó 60k donde puedes parar y tomártelo con más calma. Esto es un maratón y me hizo sentirme especial porque aunque quedaba mucho hasta el final, en este momento disponía de la fuerza suficiente para disfrutarlo porque después este sentimiento, en parte, te abandonará.

A partir del km 24 ya casi entrando en la casa de campo me empezaron los calambres en los cuádriceps, tanto los isquios como los frontales. Emergían. Sabía que iban a dar problemas y lo intenté ralentizar con mucha hidratación y réflex siempre que veía a un sanitario. Los calambres estaban y se hicieron bastante fuertes en este tramo y me acompañaron hasta el final. En la casa de campo se venció el límite psicológico de los 30k con una bonita cuesta hasta la salida a la misma av. de Portugal. Salí de allí, dentro de lo que cabe, bastante entero y con suficiente ilusión como para no dejar de sonreír ante los gritos de ánimo anónimos y espontáneos.

La última parte la situaría desde el km 34 hasta prácticamente el 42 y final de carrera. La cuesta que comienza desde el puente de Segovia, Acacias, Embajadores, Atocha, Alfonso XII y Alcalá, es mortal en esos últimos km’s que vas pegadísimo. Con razón definen a Madrid como uno de los maratones más salvajes y dificultosos de Europa y por eso, dicen que en breve lo cambiarán, con el fin de atraer todavía más gente, aunque ello conlleve perder parte de la personalidad y del alma de esta prueba madrileña. Desde el 34km creo que la cabeza es la que debe mover al cuerpo porque se te queda atrás, te pesa y no te responde. Aquí es donde se tiene que tirar de coraje y bravura y, en parte, también de inteligencia porque hay que escudriñar bastante la mente con el fin de buscar tus razones, ya sean: imágenes, personas o palabras que te hayan llevado a tomar la decisión de correr un maratón. Has de apoyarte en todo aquello que pueda ofrecerte energía, vitalidad o positivismo porque la opción de dejarlo y parar, está inmanente y emerge. Luchar contra el cansancio buscando las razones que te permitan rechazarlo y así evitar que se te cuele en casa es de lo que se trata en este tramo. Y una vez conseguido esto, allí estamos, en la meta.

Como me dijo Yolanda el día antes de la carrera, que nadie te robe las imágenes que acontecen una vez cruzada la puerta del Retiro por el paseo de carruajes porque ahí comienza el premio y, esas imágenes, se quedarán siempre contigo: la entrada a meta. Mi compañera Kyla que estaba preparada para cogerme en la foto finish me garantizó que gente del público lloraba al ver llorar a los corredores entrar a meta. La presión de esta carrera, el maratón, te obligar a contener una gran cantidad de emociones de alegría, rabia, dolor, y esas emociones afloran a la entrada porque tu recompensa comienza desde dentro de ti.

Aunque en estos momentos me encuentro hecho un despojo humano intentado expresar que ha significado ésto para mí, volvería a repetirlo, no mañana :o), pero probablemente en un futuro.

Gracias a todos por estar ahí :o)


1 comentario:

  1. He visto fotos tuyas corriendo el km 40 y 41 y no creo que nadie haya corrido mas feliz que tu este maratón. Eres un crack! Y encima en 4'07

    Se que esto no ha hecho más que empezar.

    ResponderEliminar