Siempre he mirado a
la maratón con mucho respeto y admiración. Los que en algún momento de nuestra
vida hemos realizado alguna prueba que nos lleve a la extenuación del cuerpo y
de la mente, sabemos o, nos acercamos a lo que pudiera ser una maratón; que no
es otra cosa que una sesión extrema de intensidad. Y, de esto, es sobre lo que
me gustaría reflexionar hoy ¿Por qué hoy en día buscamos con gran ahínco y celo
estas sensaciones tan extremas? ¿Por qué nos arrimamos a la intensidad?
Que duda cabe que
el running es hoy por hoy un deporte muy popular. Se ha incrementado el número
de tiendas de running y de competiciones populares que surten a un colectivo
cada día más numeroso. Este no es el post para reflexionar sobre la
proliferación de corredores pero sí lo es para pensar sobre la razón que
subyace detrás de la necesidad de intensidad que apunta el ser humano de esta
sociedad y, que nos dirige, a pruebas como: medias maratones, maratón, los
ultra-trails o los ironman, por ejemplo. En un breve espacio de tiempo, estas
pruebas de gran resistencia y destreza se han multiplicado agotándose las
inscripciones en cuestión de horas de su salida al mercado en muchos de los
casos. Pero ¿por qué ese ansia de demostrar que somos capaces de vencer
nuestros límites? ¿Por qué buscamos emociones tan fuertes? Me gustaría, antes
de nada, poner otro ejemplo para que entendamos hacia adonde quiero ir con
esto. Hablemos de las series de televisión ¿Por qué estas producciones están
desbancando en gran medida a la industria del cine? Podríamos aducir grandes
diferencias económicas. De acuerdo, son más rápidas de hacer y requieren menos
costes, pero la series de televisión permiten y ofrecen una variable a estimar
que el cine no puede dar por mucho que la media de los metrajes se haya
incrementado ya a casi dos horas en la mayoría de los casos. Estamos hablando
del tiempo. Las series permiten la expansión del crono y por lo tanto el
desarrollo de los caracteres, de sus perfiles psicológicos y de sus problemas.
Permiten por tanto una mayor profundidad, si se hace bien, de la trama y
personajes porque disponen de más tiempo. El televidente o espectador de hoy
quiere y demanda intensidad porque no quiere que eso se acabe, fenezca o se
esfume. Ansía que se extienda para huir de la fugacidad. La sociedad actual
demanda intensidad en casi todo. Si prestamos atención a los que nos rodea todo
se realiza y comercializa en formatos más grandes con el fin de saciarnos y
resaciarnos. Poco a poco nos han enseñado a luchar contra la huida del tiempo
facilitándonos mecanismos para permanecer en la vida, ya sea alargando nuestra
esperanza de vida o consintiendo, en líneas generales, disponer de todo lo que
queramos en el momento en que lo deseemos. La opción de repetir, la posibilidad
de la copia, la manufactura, fue el desencadenante de una sociedad que está
inmersa en una volición constante de búsqueda de la intensidad. Lo único
positivo que yo veo a priori en relación con otras sociedades u otros momentos
previos al nuestro hace décadas, es la necesidad de profundizar en la
existencia que se nos ofrece con la voluntad de más. El ser humano busca sus
límites cuando anhela intensidad. Quiere una sobredosis de algo porque todo lo
demás se queda corto o pequeño. Podríamos decir que la intensidad hoy en día es
la sal que da sabor a nuestro estar en el mundo. Sabor y conocimiento sólo si
reflexionamos. Podríamos incluso aseverar que una vida en nuestra sociedad sin
intensidad es un no vivir; una negación de la misma. Es más, me atrevería a
decir que la intensidad es el extremo del tedio y hoy, nadie busca el tedio en
las grandes ciudades porque es aburrido desde que hemos negado la parte
espiritual de la existencia. De hecho realmente pienso que mucha gente no sabe
lo que es el tedio. Hemos borrado incluso esta palabra de nuestro vocabulario
diario por completo desde que hemos dejado de creer. Independientemente de
esto, que merecería otra reflexión aparte, nos quedamos en la necesidad de
intensidad de las sociedad actuales. Y una prueba más de esta necesidad es el
incremento de deportistas que buscan en el deporte la extenuación de su cuerpo-mente:
una experiencia extrema que inflige una sobre dosis de bienestar porque se basa
en el olvido del pasado y futuro generando una burbuja entorno al presente más
inmediato. Es la prueba más tangible sobre la necesidad que tiene el ser humano
actual de vivir el aquí y el ahora; vivir el presente con suma intensidad como
si fuera el SOMA que necesitamos para vivir. Por tanto, estas pruebas de
resistencia son una moda en alza que tenderán todavía a seguir creciendo porque
enganchan en tanto que uno es capaz de encontrar allí un estado de intensidad
extrema que nos permite alargar una sensación llena de emociones entremezcladas:
emociones de alegría y de dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario